Aun recuerdo el primer cómic que compré allí. Allá por el otoño de 1997, un chaval menudo de 13 años de gafas redondas que le daban un inevitable aspecto de empollón contemplaba una portada de Spawn que se adelantaba a las navidades, una portada que le abrió la puerta a aquel lugar de estanterías cargadas de aventuras: V de Viñetas, una tranquila librería de Cartagena que homenajea abiertamente a una de las más grandiosas obras del cómic.
V de Viñetas... cuantas cosas me evoca ese nombre... recuerdos de 12 años de historias, 12 años de planear sobre Nueva York con una capa carmesí, 12 años de balancearme entre rascacielos con una resistente telaraña, sobrevolando Metrópolis o empuñando mis espadas láser por la galaxia. 12 años combatiendo a los villanos, luchando en batallas imposibles y salvando mil veces el mundo de una destrucción segura. 12 años esperando cada 30 días a saber si el sonido de aquella bala nos habría alcanzado al héroe de la viñeta y a mí, 30 días aguardando con la incertidumbre de si habríamos conquistado a la heroína de la historia, 30 días para saber de que forma había regresado de la muerte nuestro más odiado archienemigo.
Pero no todo han sido aventuras en las viñetas... durante ese tiempo yo también he vivido mis propias aventuras, en el colegio, en la calle, los duros exámenes, los primeros amores, la universidad, batallas reales perdidas y otras tantas ganadas. Y durante todo este tiempo, al tiempo que me acompañaban los héroes y heroínas de mis viejos tebeos, encontraba abiertas cada mes las puertas de este lugar donde hallar un santuario, una "fortaleza de la soledad".
Y allí, siempre presentes, sus dos guardianes junto a incontables tebeos, tomos y libros, junto a la polvorienta caja de cartón de una maqueta de Yoda que con el paso de los años se iba volviendo más violeta. Aquella pareja se convertiría no sólo en mi guía y compañía por cientos de mundos de fantasía sino también en unos buenos amigos con los que compartiría interminables tardes de cine, libros, política y otras tantas cosas.
Pero como toda saga tiene un fin, ésta no podría ser menos. Aquel niño empollón, de grandes gafas redondas que se entusiamaba con las historietas de aventuras crecío y se convirtió, para bien o para mal, en un adulto, cambió la capa por una bata y la espada por un fonendoscopio. Aquella tienda de barrio que tantas aventuras ha proporcionado a tantos toca a su fin. Durante 14 años Juanma y Mamen han compartido con nosotros su pequeño sueño. Pero hay enemigos mas poderosos que Lex Luthor o que Octopus. La crisis, ese villano incorporeo al que todos nos enfrentamos hoy en día ha atravesado los muros de esta fortaleza obligando a cerrar sus puertas.
Atrás quedará todo esto... el polvo se acumulará en las estanterías y quien sabe que será de la vieja estatua de Yoda. Muchos seguiremos buscando las aventuras de papel en otros lugares... pero no será lo mismo. Todos aquellos que hemos sentido haber estado ligados a ese lugar echaremos de menos el cartel negro con la máscara de V de la fachada y por encima de todo echaremos de menos a sus dos guardianes con quienes hemos compartido ese sueño de papel y tinta.
Una etapa se cierra... otra se abre...os deseo mucha suerte en vuestra nueva aventura y no os diré adiós sino...
¡¡¡¡ hasta siempre !!!!
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