Aprovecho y sigo con los vampiros. En este caso para hacer un breve anal-isis de la primera incursión del cazavampiros de Marvel en la gran pantalla.
Si hay algo que nos gusta tanto al Dr. Muerte como a mí, son los superhéroes macarras. Y Blade es un claro exponente de ello. La secuencia de presentación del personaje a los pocos minutos de película es una de las más "chulas" del género superheróico. Y me permito utilizar el adjetivo "chulo" porque eso es lo que emana la escena: Chulería. Para aquellos que hayáis visto la película seguro que no olvidaréis como el club-matadero repleto de vampiros empapados en sangre queda súbitamente en silencio, la turba de chupasangres abre un pasillo y se aparta, perfilándose una silueta. Un individuo imbuido en una ondeante gabardina de cuero, con su espada a la espalda y las gafas de sol caladas, ocultando una fría e inexpresiva mirada. Macarra, chulo, imponente y, sobre todo, flipante. Blade se lanzará al combate eliminando a todo colmilludo presente con los más impactantes combos y fatalities que os podáis imaginar.
Y así se sucederá la acción que no parará durante toda la cinta, para mostrarnos las peripecias de Blade en su intento de detener al renegado vampiro Deacon Frost (interpretado por Stephen Dorf y lo más flojo de la película a mi gusto) y combatir la llegada de "la magra" (nombre algo insulso) el dios vampiro de la sangre.
Una película rápida y fluida, repleta de combates flipers y acción por los cuatro costados, aunque con un enemigo final muy mejorable. Aun así una gran obra del cine superheróico: 8/10
Pero ésto es sólo un aperitivo: la cosa aun puede mejorar: volveremos con Blade II.
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