miércoles, 5 de marzo de 2008

Oda a la joven de Israel

Nota del autor: Pese a que el Dr. Muerte me va a poner a parir por sensiblero, hoy me apetecía cerrar el blog con este homenaje. Ahí queda pues.


Sí, lo reconozco, tengo debilidad por ella, nunca lo he negado. La conocí hace diez años más o menos,aunque dicen que fue hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano. Aquello ocurrió en medio de una disputa comercial llena de tejemanejes políticos, por aquel entonces yo era un estudiante de catorce años que acababa de terminar segundo de BUP y ella, con sólo trece años, era ya reina de una nación entera. Así que como podéis imaginar estaba fuera de mi alcance, toda una reina con un frikazo como yo, no pega mucho. Pero bueno, un hombre puede soñar ¿no?
El caso es que desde entonces he estado siempre buscando la oportunidad, esperando al siguiente momento de cruzarme con ella de nuevo, creo que ya van mas de quince veces. Las primeras ocasiones siempre nos encontrábamos en desconocidos pueblecitos de Estados Unidos, esos con carteles que rezan "Welcome to Horseville, poblacion diez personas y tú". Pero conforme pasaban los años nos hemos ido viendo en lugares más pintorescos como un club de Striptease, las calles de Paris, e incluso una vez la vi por Londres con la cabeza rapada, y aun así estaba radiante. La he visto cantar, reir, llorar, luchar, sonreirme de esa forma que sólo ella sabe. Unas veces lo hizo bien, otras, las que menos,no tanto, pero casi siempre ha estado increible.

En esos múltiples encuentros hubo de todo, algunas veces fueron breves encuentros casuales mientras otras personas me contaban sus historias. Pero en muchas ocasiones me contó las suyas propias. Algunas brillantes como sacadas de una novela gráfica, sobre terroristas que desafían al régimen fascista. También aventuras contra ingeniosos marcianos chiflados que habían tratado de invadir la Tierra. Incluso me llevó a descubrir, al tiempo que un renombrado pintor la retrataba en un cuadro, fragmentos de la historia de mi propio país que ya había olvidado.

El martes volví a verla, esta vez nos encontrábamos en otro tiempo, en el siglo XVI, durante el reinado de Enrique VIII. Pero ella había perdido la razón, estaba obsesionada con el poder. La ambición la había corrompido llevándola a traicionar hasta a los de su propia sangre. Su hermana, una chica preciosa, amable, que era todo corazón trató de devolverle la cordura, pero ella estaba ciega. Se había vuelto tan influyente que conseguiría cambiar la historia de un país. Pero la tragedia la envolvía con manos frías y tenebrosas, aquello no podía terminar bien. Sólo al final se daría cuenta de su error, cuando su mundo comenzara a derrumbarse, cuando se viera prisionera de sus propias manipulaciones y el fin de todo aquello se viera venir. El miedo invadió su cuerpo, la soledad y la congoja lo siguieron. Y con sus temores yo mismo me estremecía, sufriendo al mismo tiempo ante el final al que estaba destinada desde que la cinta comezó a rodar.


Aquí pongo una foto suya, para que la conozcáis. Ella a la izquierda y su hermana a la derecha.



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