domingo, 25 de mayo de 2008

El Ñomo (The Ñom)

Resulta que a un amigo de un amigo... bueno vale, admito que muchas leyendas urbanas comienzan así, todos tenemos un amigo cuyo cuñado había visto el vídeo de Ricky Martin, o conocía a quien unos mercenarios del este le habían cortado en la mejilla por indicarles que llevaban encendidos los intermitentes de la furgo. Y al final todas estas historias son más falsas que lo de que el MGS4 iba a salir para la 360 (¡ah, ja!) Pero el caso es que ésta historia sí que es verdad.

Bueno, os pongo en situación. Un grupito de amigos que están tranquilamente en el campo con sus porritos, felices y contentos... ¡Acho, rulame ya que te lo va'a acabar! etc etc. Y en esto que como la juventud es de por sí de naturaleza curiosa y son ya muchos años jugando al Super Mario pues decidieron probar con unas setas alucinógenas a ver así averiguaban si la Princesa Peach estaba tan buena como para tirarse casi 20 años saltando de tubería en tubería y pisando tortugas.

Así que se toman las setas, dezconozco si a pelo, en bocadillo o en omelette (que los hay muy exquisitos) Pero el caso es que allí se encontraban mascando hongos calidoscópicos. La experiencia tenía su gracia, su risa tonta, pero allí, ni Peach, ni Koopa ni la madre que los parió, y para colmo uno de los degustantes empezaba a encontrarse un poco mal. Quizás la mezcla del fúnguido con el regustillo de los dos canutillos previos resultó demasiado para él por lo que con el fin de no aguar la fiesta a sus colegas decidió volverse a casita e su bici, nada de coche, y es que la juventud es responsable: Si tomas setas NO conduzcas.

Las horas pasaron y el resto de amigos tras ver que no veían ni un triste dragón rosa recogió el chiringuito y regresó también para sus casas. Uno de ellos, preocupado por la salud del colega indispuesto que se había retirado con su velocípedo, trató de llamarle al móvil unas cuantas veces para comprobar su estado y como éste no respondiera comenzó a preocuparse. El joven decidió pasarse por la casa encontrándose con su colega que estaba sudoroso con los ojos desorbitados y partiéndose el culo el solito.

-¡Nene que te estaba llamando!, ¿estas mejor?
-No te vas a creer lo que me ha ocurrido.
-¿El qué?
- No te lo cuento que te ríes.
Y así comenzó una conversión de.... cuéntamelo... no que te ríes... venga que no... que si ... que no... total que al final se lo cuenta y le suelta: ¡He visto Gnomos!
Claro, el que alucinaba ahora en colores era el compañero con las tonterías de su amigo...¿Cómo que has visto gnomos? ¿Que estás alucinandooo?

Total que convencido de que había visto gnomos se lo asegura y le dice que es más: ¡QUE SE HA TRAIDO UNO! Por lo que conduce al amigo, rulado por los suelos de risa, al dormitorio donde dice haberlo metido. Cual es la sorpresa cuando al entrar en el dormitorio se encuentra a un niño de unos cuatro o cinco años con síndrome de Down, sentado en la cama, sonriendo, en su felicidad, ajeno a todo cuanto estaba pasando a su alrededor. Bueno, ni que deciros, el amigo cuerdo fuera de sí, acojonado porque el baranda había secuestrado sin quererlo a un niño y sin saber que hacer ahora con él.

Lo que había pasado era lo siguiente. El sujeto indispuesto se había vuelto con su bici para casa y mientras silbaba la canción de verano azul se cruzó con un colegio de educación especial que sacaba a pasear a un grupo de críos de infantil con Sdme. de Down. El pavo, al ver la fila de niños, y debido a la alucinación calidoscópica que llevaba encima por las setas, había visto en aquellos niños una fila de Gnomos, y sin pensárselo dos veces decidió cogerse uno, subírselo a la bici y llevárselo como prueba.

Al final terminaron hablando con la policía, el amigo cuerdo disculpándose con la cuidadora para evitar un pleito (creo que siguen liados con eso) y el payo alucinando sin para de gritar: ¡Pero si es un gnomo es que no lo veis!

La cosa es que una conocida nuestra aseguraba que como en italiano la G y la N juntas se pronuncian Ñ: gn=ñ. Se. dice Ñomo. (imaginar nuestro pitorreo con eso) Pero yo imagino ahora, al chaval alucinando, con el crío de Sd de Down sentado en el cuadro de la bici como si fuera E.T. con cara de no tener ni idea sobre qué coño pasaba, y oyendo al otro zopenco alucinando y cantando: ¡soyy un Ñooomooo!

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