Después del sensacional capítulo de la semana pasada retomamos la serie con un episodio mucho más flojo aunque aparentemente justificado y necesario.
El capítulo se segrega en tres ramas, dos de ellas completamente prescindibles y otra quizás no tanto.
Por un lado la nota final del capítulo anterior nos dejó con la cama de Barney vacía y el futuro novio desaparecido. En este capítulo reencontramos a un Barney aun bebido que de paseo por la zona escogerá a dos jóvenes para regalarles la que parece ser la última clase que dará sobre como vivir la vida de forma asombrosa. Esta rama argumental parece un simple pretexto para sacar a Barney de escena y funcionar de pretexto para permitir el desarrollo de la trama de Ted y Robin que ahora comentaremos. No es el momento más sembrado del vividor por excelencia de la serie, pero su último momento con ese Playbook escrito en servilletas deja un buen sabor de boca y pretende completar la promesa de que el personaje ha madurado y pasado página de su vida de crápula.
Seguimos con otra rama intrascendente, la conclusión de la discusión de Marshall con Lilly. Que no es ni más ni menos que la reflexión del propio Marshall después de que Lilly le deje con la conversación sin terminar. Una proyección de sus pensamientos como si de una discusión con los fantasmas de Lilly se tratara, para concluir como todos suponíamos. Bien trabajada pero prescindible y previsible.
La verdadera justificación del capítulo es la subtrama entre Robin y Ted. Ya estamos cansados de ver como Ted se aferra a Robin, le hemos visto chocar cientos de veces con la misma piedra, y en cada una de ellas nos han hecho creer que era la última. Nuevamente llegamos al mismo punto. Pero en esta ocasión parece que vamos en serio con la definitiva.
En su paseo por encontrar a Barney por fin se cerrarán algunos puntos que la voz en off de Ted nos había abiertos. Recordad que Ted decía que Robin terminaría sabiendo que cortó con Victoria por no perderla a ella.
Pese a que giramos otra vez sobre el mismo punto, esta vez parece que definitivamente hay salida. Comparándolo con una idea sutilmente incorporada en capítulos anteriores, la del amigo-globo de Ted, parece que por fin Ted dejará ir a Robin para siempre.
Un capítulo flojo que hubiera quedado mejor si se hubiera adelantado al momento en que Ted oye por primera vez la voz de "la madre", algo que ocurrió en el previo.
Ha sido agotador retomar de nuevo la obsersión de Ted, aunque interesante el repaso de las chicas-Ted que ofreció el capítulo.
Esperemos que ese último apretón de manos haya sido el definitivo.
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